martes, 6 de marzo de 2012

Hacia Abajo Miramos El Cielo


A lo largo de todo cuanto mi mente puede recordar han sido tediosamente repetitivas las veces que he escuchado, leído; de los labios de tantas clase de personas diferentes; en tantos lugares, expresiones como: “que deben de ir en busca de su destino”, que “lo que soy o lo que estoy destinada a ser y tener...”, que “todo está escrito”, que “así es como estaba destinado a ser o a suceder”…

Incluso ahora mientras grabo cada una de estas letras, hay una lucha para asentarlas. 

Los pensamientos intervienen, la fatiga, los recuerdos, el ruido, los deseos… Todos irrumpen este instante buscando asaltarlo y estafar su espacio.

He notado que la palabra destino, se utiliza frecuentemente para sancionar desgracias: si alguien muere inesperadamente, si alguien sólo alcanzó a servir de puente para cualquier otro par de pies más firmes, si una madre no logra salvarse a ella excepto su criatura, si alguien tiene un accidente que lo marca para toda la vida… o para cosas que no son desgracias pero sí infinitamente dulces para el ser humano; la casa de sus sueños cerca de aquella colina de aquel privilegiado vecindario, el matrimonio perfecto, donde ese hombre junto con esa mujer estaban “destinados” a ser felices para siempre, porque estaba escrito que iban a conocerse.

No he hayado vacuna, ni cura para la infección letal de la perdida de memoria, para los costumbristas, fundadores de la rebeldía por forzar al mundo a imponer la costumbre inerte a la lógica primitiva. Ni para los de latido y espíritu lisiado de conformismo o mediocridad que es casi lo mismo.

Hay personas, brillantes, disciplinadas, tenaces, despiertas, que le huyen a los accidentes del "azar", que bautizan las grandes hazañas con una voluntad firme, desafiante y decidida. Hay personas que piensan, tanto como vacilan, y se quedan vacilando con el tiempo, esperando espectáculos del Cielo, sueños, avisaciones, apoyo, o confirmación. También hay personas simples. Con mentes muy simples, fáciles de descifrar y tan difíciles de tratar; son las personas llenas de complejos e inseguridades, no importa el tamaño de su auto o vehículo, se creen mayores que los demás y esa es su peor falla. Traducen su progreso, su felicidad, su bienestar hasta donde haya podido llegar el de otros. Y por general, o pierden o no ganan más porque toman como sumamente sabio su propio consejo... Y están, de todas; las personas más comunes y tristes. Esas que vinieron a tener dos ojos y una boca. Y a ver para creer y escuchar para repetir. Y a dejarles la vereda empinada y cruel que lleva a la gloria a los que ellos señalan y a los que contaminan de ego con sus lisonjas. 

Para sentirse mejor respecto de lo que no son, le llamaran  destinados  y, para justificar su dependencia y su derecho de mendigar o de pedir o de depender de aquellos a los que la vida, la naturaleza o Dios tan generosamente" les ha dado "tanto .

Prefiero olvidar el número, pero no olvidar las tantísimas veces que reinados no se les ha sido arrebatado a los Hijos de los Reyes. 

Las veces que "plebeyas" han sido escogidas por encima de las hijas de la realeza.

Las veces que hijos de gansgters han incursiando en una escuela universitaria olvidándose de su pasado oscuro y somos nosotros quienes le crucificámos diciéndoles muchas veces que su destino es continuar con el pasado de sus progenitores.

La repitición de historias de trabajadoras domésticas, camareras, bailarinas, etc. que han vencido su  destino. Miremos a Samson él estaba "destinado" a morir como un héroe pero perdió la razón. 

Cuántas veces no ha dicho el mismo Dios al ver cómo habían hecho los hombres; que su plan perfecto, ya no seria más. 

Si el libre albedrío es una verdad bíblica también es una verdad total que se opone a ella totalmente: el creer en el destino.

…¿Que todo está escrito? Absolutamente.

Pero nadie puede escribir letras del tiempo que no ha transcurrido. El día de ayer está escrito. Todo cuanto se dejó de hacer antes de ayer permanecerá escrito… ¿El resto? No hay resto.

Éste es el presente; y tú y yo le estamos dictando al que escribe. Él nos dicta las condiciones del viento, la puesta del sol y la luna; y las fases de la Tierra. El tiempo de sequía y de primavera. El límite del tiempo, los confines del espacio. Las condiciones favorables de lluvia. El eje de las oportunidades, la intensidad de la oposición. Lo oscuro de las adversidades y la conveniencia de cada ocasión.

El futuro coexiste sólo hasta donde llegan las consecuencias de nuestras acciones. El eco de éstas pueden traspasar años y años de vida. Y claro que, los prejuicios al respecto son válidos, aunque siguen siendo prejuicios que vienen del pasado; y no del futuro. Esto no significa que al momento de encontrarnos con esos años ese haya tenido que ser “el destino”. A menos que destino se refiera a los efectos positivos o negativos que deparen con el tiempo, nuestras propias decisiones a nuestras vidas.

Si el destino realmente fuera verdadero y real, si hubiese una ley de suma correspondencia para el amor, el dinero, las riendas de una raza, los logros y los objetos materiales, el porvenir de una prueba; los proyecciones económicas o de desarrollo respecto de un tema, entonces no habría necesidad ninguna de librar una lucha real y verdadera por ellas a cada momento, cada día.

Conveniencia, belleza, satisfacción, comodidad, molicie, vanidad, es casi todo lo que está detrás de pensar que poseer algo bonito era nuestro destino, pues lo hace más beato tenerlo. Pensar que haber perdido una lucha era nuestro destino nos hace resignarnos más fácil a la derrota. Nos hace adaptarnos a la mediocridad del conformismo estéril de aceptar sin vacilamientos que éste ha de haber sido mi destino, o como lo traducen los religiosos “la voluntad de Dios.”

¿Qué a estos hermanos nadie les ha dicho nunca que, si pueden afirmar aquellas palabras, creerlas y aceptarlas; es y ha sido únicamente porque han querido hacerlo?

La precisa voluntad de los que Le creen, que decidieron someterse a la de otro; sea su padre, su hermano, su profesor… O su Dios.

Desde luego, los principios bíblicos y testimonios cristianos dan bastas razones de que Dios es bueno, que ve y escudriña nuestros corazones, los de aquellos que son los nuestros y los de todos los demás; que es Creador de todas las cosas, por tanto es hacedor de Milagros y que, tiene formas; mejores que las nuestras, de averiguar cómo; positiva o negativamente va a resultar algo. Así, por supuesto que hasta yo me encomendaría a semejante poder divino. 

Pero ha sido mi voluntad, hacer la voluntad de Dios. Responder con un sí a esa vida cristiana. El libre albedrío concedido al hombre y que le pertenece a éste no se ve limitado, custodiado, frustrado ni infringido para cumplir la voluntad de Dios. 

Aun así si los clérigos de abominable perversidad tengan la inmunda tarea de perpetrar el temor y la culpa de hacer creer de inmorales a quienes incluso asomen pensar diferente. A los que consientan la bondad de Dios talves, pero difieran de a lo que ellos llamarían una vida de obediencia. A ningun hombre religioso aun, ni a nadie nunca podrá debérsele obediencia y abnegación tan sólo porque sí. Tan sólo valiéndose de la Autoridad del Cielo para jactarse de la naturaleza sanguínea pecadora de cualquier mortal que no haya querido ni haya consentido su oscuro monasterio. Cuyo mismo ministerio es a la clara, empañar y retorcer la verdad. No he podido hayar más perversidad ni aun en la mirada de una leona hambrienta. 

El destino, no es más que la historia, el Árbol de la vida, de lo que pudo haber sido y no fue gracias al miedo y a la intervención del fantasma de la moralidad. Esa que es una de las prostitutas de los frailes, curas y presbíteros. Con la que fornifican y se llevarán a la cama con la Biblia reposando en la mesita de noche silenciosa y a quien no conocerán en la mañana siguiente. Y a luz del día tomaran la carne y la vestirán de moralidad y le señalarán como la responsable de su viles crímenes humanos y bajezas espirituales.

El miedo es el método de esclavitud de la iglesia. Y mediante siglos las víctimas han demostrado responder al temor de arder en un infierno  ofrecido  como escarmiento y manipulación. Yo siempre pensé, que la tarea, misión de Pedro era librarnos a todos de tal  destino.

Lo cierto es simplemente que ni a Buda, ni a Pedro, ni a Jesús, ni a ninguno de sus monjas y curas y pastores metódicos les corresponde otorgar ese final, ni tienen poder para librarnos de él tampoco a ninguno de los mortales.

Son maestros, fueron maestros de los mejores sin duda, líderes de los más seguidos, es un hecho. Y como tal su misión es simple, no Salvar al Mundo, sino únicamente, mostrar el camino. 

Mostrar la senda. No hay por qué endiosarlos, Dios disciplina severamente a los hombres que tengan ataques de ego, y sin lugar a duda Jesus nunca fue un religioso. Pero es válido endiosar al que amamos, a nuestros padres, al niño que parece una niña, no importa, porque canta bonito, al que a pesar de recibir escarmiento desde niño por idolatría, idolatran los orientales. Y haciéndolo nos sentimos parte de lo que endiosamos y entonces difícilmente nadie que se nos una, nos juzgará sino que muchos otros más probablemente nos seguirán para sentirse parte de lo que admiramos vanamente y seremos un grupo bastante grande y los bastante fuerte, para condenar, juzgar, culpar y conquistar al resto.

Siglos y siglos pasan y la gente sigue endiosando, a uno que nació en un pesebre. Lo excelsan pero no le aman. Le predican, pero no lo conocen. Se quieren parecer a él, pero no se conocen a sí mismos. El tiempo que Jesús exaltaba a su Dios era ese preciso momento que abría la boca y daba un paso: su vida era su alabanza, su actos eran su devoción al Padre. No pasaba tiempo en el espejo maquillándose y abotanándose un saco para ir a la iglesia a que otros lo vieran bien puesto; sino que se sentaba junto con los fariseos que injuriaban a Su padre, cenaba y comía con las prostitutas, amaba a los pecadores, daba de su propia vida a los que mendigaban limosnas.

Pero las dos horas pasan, en un salón, repitiéndole a la gente lo que tiene que hacer; haciéndose cada vez más expertos o más lentos en otros casos, en cómo decirle a la gente lo que hay que hacer, hasta que por fin nadie se de cuenta, de que cada vez se hace menos. Y si alguien hace, es todo un evento, y preparan un día entero, sólo porque alguien hizo;” y no has hecho nada en estos tiempos, si no lo publicas y todo el mundo se entera. Se ha convertido en una sensación; no el ser cristianos, sino la búsqueda de la reverencia de los demás, porque lo somos. Y ésto merece toda una ceremonia. No importa que los otros no sepan o no entiendan  que somos mejores,”  por ello; en el versículo tal del libro de Juan, del capitulo aquel dice que  los del mundo, son ustedes.

Me intereso sobremanera, sobre el aspecto, o sobre las circunstancias que hicieron que una persona se congregara. Hay personas que después de intentar lograr un  destino  y fracasan, recurren a la biblia porque la biblia sin aun saber qué es, ni para qué sirveles dirá cómo. Y aunque reconozco que es cierto que la biblia lo hará, según sus propios preceptos; ésta no debiese ser la motivación principal.

La primero es que la biblia, lo que hará será enseñarle por las buenas o por las malas, lo que otros, incluyendo no creyentes, personas a las que llamamos  impios  han sabido y han podido hacer sin haberla leído jamás. Para usted los  impios  los prosperará el diablo, sólo porque a usted, lo que sabe se lo enseñó la biblia, pero no. Hay que tener la madurez suficiente para reconocer que, éstas personas con un trayectoria prominente que no fueron cristianos le pueden dar cátedras largas a cualesquiera de nosotros respecto de temas de los que tenemos una profunda ignorancia. Nuestra ceguera espiritual es tan severa que no alcanzamos a ver, que esta misma sabiduría ya tenía fundamentos bíblicos, si se molestaran en saber de otras cosas; y que la mayoría de las formas de pensar de la lógica formal y material, guardando el debido margen; no se contraponen aunque difieran, se integran entre sí y que la verdad es absolutamente relativa. La misma relativa relación que hay entre la gravedad, el electromagnetismo y sus interacciones fuertes o débiles.

Yéndonos fuera de las conjeturas religiosas que tanto daño y divisiones provocan, ¿eran tan diferentes Jesús de Nazareth, Da Vinci o Newton? Claro, uno de ellos resucitó, pero me refiero al plano carnal exclusivamente.

¡Cuántas adversidades no tuvieron éstos hombres tan sólo para alcanzar su “destino”!
...¿Qué otra cosa podían haber hecho?
¿Fue ese su propósito al nacer?

De repente, casi nadie creía en ellos… Da Vinci fue hijo de uno que no reparaba en mujer para la cama y se tuvo que pelear la herencia con más de 9 hermanos. ¿Me podrían decir cuánto vale su riqueza?

¿Acaso su “destino” era padecer, luchar; aun a pesar de ser infinitamente rico, más allá de las monedas, pero sí por el mérito y el respeto colectivo de una masa de inconstante, seducida más por las pasiones y la vanidad que por el sentido común?

Alguien le robó una vez, el ejemplar de sus estudios donde exponía la posibilidad para el hombre de volar basándose en el sistema de vuelo de las aves. “No le servirá de nada” le dijo, “está construido para mí, para mi peso, mi estatura, mi cuerpo”… Y éste ladrón tenía dinero para comprar cualquier cosa que se le antojase, pero roba aquello que sabe no tiene cómo construir ni cómo proveerse a sí mismo, no un cuaderno y unos dibujos; el visionario.

¿Sería igual al revés? Da Vinci no resistió más de lo necesario por algo que sabe que nadie le puede robar. Como en una ocasión también le dijo Jesús a Pilato sobre su reino, su mision.

Su pensamiento, la naturaleza de su genio siempre le seguirían a donde vaya. Su talento como genio del renacimiento no se disminuiría un sólo pedazo. 

Toda la hambre de expansión de su mente no se limitaría ni podía Florencia ni con toda su realeza, contener a un grande en esa su cuna del arte. 

Ni pudo todo Israel contener al nazareno.

La persecución ha sido la mayor, la más real compañía de los grandes hombres. Y sus amantes, la soledad. No veo otra razón por la que sólo los mediocres juegan a hacerse las víctimas.

Culpan y señalan o apuntan al primero que haya estado más frágil de su mediocridad, se hincan de rodillas ante el primer asomo de rechazo. Clamando  justicia. 

¿Qué podrían esos acaso poseer que otro codiciara...? 

Pues al menos entonces, deberán intentar vivir como si el mundo en verdad anhelara algo de lo que sea que ellos tengan y quiera quitárselos. No sería la melancolía así, ¿la manera más feliz de hacer creer que se vivió? Y el sufrimiento aunque sea injustificado, ¿lo que daría "valor" a su vacía existencia?El albergue de sueños truncados. El buzón de quejas de los roedores. Carga el fogón de los "privilegiados".

Le dicen dones. Y dicen de los dones que, son para ponerlos a funcionar como si fueran una mata de manzanas o de uvas o algo así... Que hay que poner a parir muchos ramilletes. No, tener la uva; por ejemplo y comérsela la única. Y menos, dejarla secar, hasta que ni se pueda ni comer ni sembrar.

Dicen, que si no se hace de este modo, desaparecerán. Al dueño de la uva se la arrebatarán porque no sería justo que se desperdiciara. Que te pedirán cuentas de qué hiciste con semejante cosa… ¿Mejorarla?, ¿Preservarla haciendo que se multiplique?, ¿Dejándola perder?

Dicen que la razón por la que alguien le toca la uva y a otros no, es porque ese primero es el encargado de hacer llegar ese fruto a aquel que no lo posee. O aquel que lo necesita para hacer el vino. Para aquel que puede producirlo, para aquel otro que puede venderlo... Y así todos contribuyen con un fin que empieza con aquel primero que ofreció su única uva hasta que pudiera extenderse y compartirse hasta muchos. Y debo reconocer que hay mucho placer en dar, enseñar, compartir. Saber a la larga, o a la corta que tenemos un granito de mérito en la bendición, en el porvenir, en el desarrollo de otro. A veces, claro dependiendo del corazón, es como si fuera el de uno mismo.

Pero ¿qué ganará ese primer corazón, quien, tiene prácticamente el trabajo más importante... y más costoso? ¿Quiere decir que es una clase de maldición tener esta uva?  Que, además de que es tuya, no tienes por eso derecho a comértela como sería lógico ya que tú eres el dueño. Si la gran multitud de los que les falta aun la ramita que sostiene el fruto, te viera mordiéndola; sus ojos y sus dedos te señalarían como un despreciable, mezquino y despiadado. Por comerte la uva. Por comer Tu uva.

Será entonces que NO es para nada especial, ni Da Vinci, ni Mozart, ni menos Einstein. Sino que son los siervos que, tuvieron que sacrificar toda su vida, su vida completa, para no usar su genio en su casa, en sus cuadros para colgar sus paredes, para no ir viajando por el mundo entero gracias a su propia capacidad y tener que deslumbrar a los que tienen ojos. Se quedarán sin buscar mujer a la que no haya que explicarle el precio de "su gran pasión", y permanecer juntos. 

Es un sueño iluso, frívolo ingenuo creer que alguien que sepa dibujar pinte para obreros, o a una dama de limpieza le dedique sus cuadros, que un genio de la pintura lo haga tan pero tan conmovedoramente bien, que los regale.  ¡Qué cosa más mezquina y tonta de un ser humano con tanto talento!

No son los seres de inimaginable privilegio, ni mucho menos. Que pudieron haber sido tan sólo ciudadanos comunes de Irlanda y Florencia. Que tan sólo pudieron haberse visto en el espejo, omitir los recuerdos de comentarios como "retardados" o como "anormales" que la misma multitud ingrata para los que habieron de trabajar, y para quienes por el módico precio de nada le habrán dado su toda vida, su pasión, privándose del capricho; sin que muchos, de hecho la gran mayoría de ellos sepa, ni su nombre. Podían simplemente olvidar las tantas veces que habrán arrojado al piso despiadadamente a su ego llamándolos locos, temperamentales, haciéndoles llevar vidas arrastradas en soledad, más llena de infelicidad que de satisfacción, sin ser aceptados a no ser en los casos que fuera obligatorio hacerlo como con Alexander y Napoleón. Y plantarse a decirse en ese espejo: "Contrario a la carga de niños y maestros en mi marcada juventud o niñez, contrario, a que nunca hasta mis últimos días he sido comprendido: Soy un genio, yo lo sé. Tengo la forma de darle uvas a cualquiera, tantas, que no podría contar las generaciones que estarían probando de ellas. No soy espiritual, ni religioso y que Dios exista o no exista, no es hecho que a mí me toque demostrar, si existe a Él que se muestre a cada cual, sino, que tome mis zapatos. Yo sé cuál  es mi verdad, de la que no necesito, ni quiero, convencer a nadie y es la única que necesito para vivir."


Y sonrientes... Alcanzarán gozarse del sabor agridulce de su fruto, suyo. No habrán de ir detrás del dinero como las ratas, de la plata ellos se ríen. No quieren más que la suficiente para acuarela, pan y vino... Y costear uno que otro de sus inventos y uno que otro ensayo, o sus ideas... Son felices con sus modales, su intelecto floreciente e inmortal, lo saben. Saben que eso es lo que casi no tiene nadie, y que vino a crecer sin saber porqué en su frente, y que esos nadies sólo podrán apenas a morirse en el aplauso o en la aberración.

Se saben diferentes y pueden con suficientes argumentos, pisotear la paradigmática idea de esplendor tan manchado de orgullo, de la sociedad.

Ay pero, el alma de esos es tan simple y tan fascinante... Ay mi loco Bounarotti quien buscó en la piedra y el marfil fundir el cuerpo y el alma, Nietzsche y su ondeante bandera blanca, sin mancha, del origen del mal incluso el de él mismo; cuestionando la de cualquiera. Dónde hay más héroe que Julio César, Trajano, el corazón de Luther, Dante, el doctor Aristóteles, Nash, el muerto vivo Guevara.

El trabajo o la posición más común la realizarían como si fuera idealizada desde antes de empezarla.

Si tan sólo no fuera, que no saben, ni desean trabajar para nadie que NO sea para su ideal. Traspasa muros de oficina. Ocupa millares de pila de papeles que el dueño de la empresa soñando no pudiera alcanzar a suponer y que archivan en su mente y corazón.

No son subalternos de nadie. Aunque puedan acompañarse de una que otra compañía; si es que saben entenderlos, o si es que se dejen ser entendidos; o si los demás son lo suficiente lucidos, para advertir cuándo dejarlos en paz.

No necesitan manos otras que las propias. No es ego exagerado, es exactamente todo lo contrario. Este no es el caso. Ni menos asunto de autosuficiencia, ni de prepotencia, aun cuando muchos, casi siempre lo sean. 

Saben y el mundo ignora que no tiene a su alcance, nada que pudiera llenarlos. Alexandros lo sabría si no hubiera muerto. El mundo lo ignora pero ellos saben, que no tiene a su alcance nada que pueda detenerlos.

Sólo es su parada, donde ellos digan que quieren llegar, cuando sientan que quieran parar. Si algo los detiene sólo seria algo, que decididamente, está fuera de este mundo.

El amor, el amor es fatal. Y siempre viene de a excesos. O son excesivamente amados o aman demasiado al exceso de su idilio de compañero(a) o, el único exceso es el de la ausencia y tan sólo no aman a nadie perecederamente. Excepto casos tan extraños como ver dos estrellas fugaces en una misma noche, que encuentran la suya y parte de su uva sea también su mujer.

Hubieran vivido felices con un pedazo de su gloria, a los que la tuvieron en vida, y los que no; no hubieran querido conocer más de la que en un rincón de una montaña, de verde gramina, en la orilla de un río junto al bosque. En una cabaña cerca de la playa... Les sobraría.

Ven en la belleza, la eternidad y nivel más absoluto de intelectualidad. Eso les mata cualquier atisbo de avaricia.

No se apresuran por crecer, ser viejos, ni se esfuerzan por preservarse, ser jóvenes.
Cualquiera los podría halagar, notar que son brillantes pero no se lo toman nunca demasiado en serio.

Hubieran sentido que hubieran sido brillantes, tan sólo si hubieran hecho algo brillante con toda la curiosidad de su interior. Y aunque los libros se llenan contando que eso hicieron y eso fueron, a ellos nunca les parece suficiente.

Este tampoco es el caso: que el mundo levante la mirada, los mire y se cieguen talvez. Eso, hacerlo sólo por eso, los haría sentir demasiado inferiores, comunes. Y eso es todo lo que no son.

Algún vecino, que sabía que era un viejo "imposible" si alguna cosa no la hicieran o se la respetaran como exigía, la muchacha del mercado de la esquina que le ponía la leche y el pan en una funda, talvez un compañero de estudios, un amor, algún maestro que hayan tenido, que los haya conocido, les hubiera recordado como aquel que fue exquisito, sin querer admitirlo, o siendo muy sinceros consigo mismos, ese del que hubieran querido estar siempre cerca si hubieran sabido cómo resistir a su lado o cómo hacerle para que ellos se quedaran... 

O tan sólo como el hombre aquel de la casa No. 12 solitario, extraño, que salía poco y si salía duraba mucho; a quien todos veían, saludaban, pero no familiarizaban y que de vez en cuando talvez una que otra mascota les hacia compañía o de algún ayudante para sus quehaceres. No hubieran sido dueños de nada, jefes de nadie, ni alcaldes, ni secretarios, ni gobernadores.

Simples hombres, con vidas simples. Nada que pudiéramos encontrar en las memorias de ninguna civilización o sociedad, ni en las páginas de ninguna historia. Tan sólo observadores. Nunca espectadores.

De hecho hubieran preferido, no leer ninguna pagina, ni ninguna historia, les parecerá tan esperanzadora y tan deprimente y sería tanta su triste indignación, e ilusión, que preferirán estar lo más lejos del lugar de donde éstos hechos suceden y se escriben.

¿Para qué escribir, nada?, ¿Contar nada? Lejos con su uva, y con quien les acompañe vivirán mejores historias. Pues, ¿no es eso lo que haría cualquiera, si fuera tan rico como Monet si él hoy resucitara en medio de estos días? Talves pintara, y se lamentara más de que quien más dinero tiene para comprar su arte, no puede siquiera con su dinero hacer arte con su vida... Y le diría: ¡Qué puedes regalarme o darme tú o nadie, con su oro a cambio de nada! ¡O menos a cambio de mi luminoso lienzo! ¿Crees que le puedes poner precio? Y recordaría a Barret y le repetiría lo que él ya sabe pero que Barret proclamó: 

"Oro, dinero... Suprimid todo el oro de este mundo y ¿Habrá disminuido en un átomo vuestra verdadera riqueza?

Le desconcertaría escuchar semejante respuesta. No le hayaría la sociedad explicación, tan sólo porque su compartimiento y el de sus generaciones viene condicionado a "tomar todo cuanto puedas", no tiene tampoco con qué razonar otra cosa que no sea lo común, lo común es lo normal, lo normal es la dependencia del mundo a su mundo. Depender de todas las cosas, valer según todas éstas cosas.

... Si fueran otros tiempos donde la muerte vivía....

Benavente se lamentaría de que en verdad hemos sido unos necios.

Saulo de Tarzo escribiría cientos de cartas llenas de lágrimas. La primera sería al papa. Omitiendo el "sumo pontífice," "sumo sacerdote," "santo padre", él sabe bien que la carta no la va a enviar al cielo. Y para escribir esa, no le bastarían, ninguno de los látigos que tiene. Habría que, concederle uno nuevo, uno aun más fuerte que los ya conocidos para su lengua. Saludaría como Tarzo y firmaría como Pablo.

Al ver que Sarkosy lo ha traicionado, la herida en su corazón lo acribillaria y Napoleón con su temperamento moriría de nuevo del disgusto, o de aborrecer tanto y más que nunca a Rusia y a los Estados Unidos de América y su pleito eterno y a ésa deshumanización que ellos llaman globalización que en vano él intentara detener con su artillería.

Duarte emitiera nuevos billetes, y destruiría hasta el último peso donde quedara dibujado su busto. Peso con el que, ni aun siquiera con todos juntos, nos alcanza para pagar nuestra libertad comercial e industrial que no cruza la frontera, que queriendo ser burgueses le hemos vendido por espejos a otras potencias junto con el país, y del que él pagó con su sangre para dárnoslo.

Después, rogaría a cualquier país; recibir la lista de exiliados que él mismo enviaría personalmente a sacar de aquí. Encabezada por Fernández.

Abrazaría y besaría la lápida de Manolo, de Caamaño, y la de Bosch llamándoles "hermanos míos", después de llevar su peón de la justicia hasta el tablero de éstos burgueses dominicanos importadores de aristocracia y demagogia; pediría que se le sean entregadas esas tres fichas irrepetibles de nuevo.

La lucha es de no acabar. Agotadora y justa. Estos conseguirán mover barreras, pero se pondrán otras, y algunas siempre permanecerán. Marcarán la diferencia, pero no es la lucha lo que se debe alentar. No es la revolución lo que nos hace falta.

Al morir ya seguramente de viejo; el que vivía en la casa No. 12 será encontrado días después por algún curioso que lo echaba de menos en sus caminatas de las 7. Entrarán a su casa, y verán su tesoro, sea cual sea su pasión, su genio, su locura, entenderán que todo su mundo estaba en ese cuarto en esa esquina en un rincón y que la mayor riqueza estaba dentro de él, y que esa nunca nadie ni siquiera muerto, ni con luchas le podrán arrebatar. O talves muera dormido, o cuando salió un día y nunca regresó... O si era muy afortunado morirá de viejo, unos 15 días después de fallecer su mujer... Una vida triste.

Pero es la de un genio que no sembró su uva en otro lugar que no fuera su pecho, que la conservo para sí, porque era su tesoro, nada más quería. No la cambiaría, era su única razón de lucha, pero nada se la arrebataría, lo sabía y sólo con ella era feliz. Una vida poco digna de escribirse... 

La de los que sí se escribió, la de los que le llaman "privilegiados", "afortunados de la ciencia", " de los que se hacen estatuas, calles con sus nombres, edificios e instituciones en su honor... La de esos que le llaman "grandes hombres" y "genios", "padres" de tal cual o cual cosa. No fueron nada ni especiales ni felices, ni privilegiados durante su vida. Aquella cosa, llamada su intelecto, que ahora quieren y osan otros humanos menos afortunados en querer medir con números, su genio, su uva, su fruto... No les pertenecía, eran como vasijas portadoras de un líquido preciado, selectísimo que no puedes conseguir si quiera, estando cerca de ellos. Mientras más grande la uva, peor; van chocando con casi todo el mundo, con la famlía, con la escuela, es como ver un gigante gorilla o un dragón, un unicornio en este mismo momento. Él no tiene derecho de ser simplemente un ser vivo que viva en paz sin molestar a nadie en su hábitat. Si es visto, debe ser molestado, violentado, explotado, forzado a ser objeto de toda la sociedad, debe ser exprimido de su propia individualidad.

No puede darse el lujo de ser tan sólo un genio, debe tomar su genio y sacrificar aun la parte que pueda querer para sí de la uva, para ofrecerla por los más necesitados, por el futuro de la humanidad, porque es necesario que si tengo éste o tal don deba ponerlo al servicio de todos, aun cuando personas que compran una lámpara y no saben lo que significa Edison tampoco te corregirán diciéndote, no, será ¿quién?  

Sin son escultores, arquitectos o pintores, no pueden diseñar o dibujar para la mujer y el hombre sencillo, ni para sí mismos, debe cual naranja exprimir toda la belleza de su genio y su alma, materializarla para darla a todos. No están supuestos a recibir nada por ello a no ser que la muerte los embista. Y lo reciba el nombre del muerto. No es tan supuestos a ser reconocidos por algo más que sus nombres a no ser que ya no puedan responder a ese.

Son los que le ha tocado ser los dueños de la uva, y al mismo tiempo no ser dueños de nada. El mundo no perdonaría al viejo de la casa 12 si supiera que pudo haber sido más grande que Beethoven y sus grandiosas sinfonías. Lo condenarían de ser un fracaso y un perdedor; otros le dirían hasta egoísta, si supieran que pudo haber inventado una vacuna antes de Pasteur y que mejor prefirió tener un hogar una vida de paz, días de felicidad, una mujer a la que amar, mañanas de sol caliente y noches de Luna a los que dedicarles sus días y a éstos darle su uva.
Total, ya Louis venía en camino.

Pienso que, la diferencia entre un desconocido genio de éstos a uno de los de la historia y la humanidad venera, es una decisión. No el juicio que la mente emita de decir quién lo fue por lo que le hayan dejado.
La uva, no se ha dado a los hombres para un grupo de dos ni tres, sino para multitudes, en sacrificio de una vida que es la que la lleve. Pues cualquiera diría, "a mí me parece bien el trueque."
Los demás que se quedan siendo los más brutos, los que sus quejas lo hacen más incompetentes, los demás que son unos cobardes, los que no saben aun ni definir su vida, los mediocres cegados de las vanidades, de la vida mundana; son los beneficiados. A los que se les hace fácil no esforzarse porque no tienen la virtud que lleva ese nombre. A los que se les perdona que se les tenga que dársele y buscársele todo, porque no tienen la capacidad de advertir oportunidades.

El fruto de la uva en un sembradío es para el que no sabe de letras ni de ciencia, ni de normas, que sólo sabe de tomar ventaja, pedir, mendigar, quejar, que todo se les sea servido y listo.

Éstos, son a los que siempre les son cumplidos sus deseos a base y esfuerzo de éstos genios o personas bondadosas que no puedieron tener la vida despreocupada que a éstos ni mover un dedo les cuesta.

Aun cuando la vida de Bounarotti, no como la de cualquier otro genio no haya directamente aportado mucho a las de otros, igual su vida sí es condenada, al delirio, a la deriva, su corazón viene, junto con la uva, con una sensibilidad que los hace diferentes, que les impide no sufrir la necedad de otros, sin mirarlos con lástima. La frivolidad del alma de los que sólo tienen un hueco ahí donde esta va. Que no los deja, no poder derramar gota a gota la suya propia.

A estos genios, que más bien son los siervos de la humanidad. Los tenemos como astros de la tierra, porque de su luz, nada los despoja.

Pero también por nuestra costumbre muy antigua, de lanzarle al menos monedas, a quienes, sabemos, le deberíamos de haber dado sacos de oro o al menos el respeto merecido. Pero la "limosna de las dos monedas", de las estatuas, de los monumentos, es porque (con sus excepciones) no pidieron nunca nada de eso, y aun así, nosotros somos tan "buenos" que le damos el mérito de recordarlos, de alzar sus aportes y su destreza...

Le damos esas "monedas" que evitarán que nos sintamos demasiado culpables, no por no ser iguales a ellos, sino por no esforzarnos, ni aun siquiera la mitad de lo que éstos se dedicaron; no a sembrar luchas y ni guerrillas, sino a buscar dentro de sí razones sencillas pero de cuánto de peso, cuán densas para dar a entender que somos superiores a la ambición que la carne nos reclame.

Se dedicaron a probar, por ley de gravedad como única fuerza, que no habrá hombre que pueda comprar una onza de su genio.  Que no hay riqueza, ni tal monto de dinero, por el que valga que billones de litro de sangre se derramen.

Le damos tanto, pero tanto mérito, honra y honor, para sentirnos que tenemos algo de honor nosotros mismos por hacer el "bien" de reconocer el de ellos. Así no sentirnos como si fuéramos otra especie distinta de una que aun con poder miraba su ideal. Nosotros que osamos preguntar si eso no está a la venta para comprarlo.

Que se esforzó con nada, por demostrar a los que su corazón les grita que lo quieren todo, y demostrado quedó; que el poder corroe, y que ni la plata, ni el oro convierten a nadie ni en genio ni en héroe. 

¡Que viva el Che!
¿O que viva el deseo de libertad del pueblo y el semblante del justo corrija enojado festín descarrilador del imperialismo hambriento?, ¿Que no se descolore, la foto del Che?, ¿O la estampa en tu corazón de dignidad ningún soborno, ni la subasta de ningún cargo la pueda corroer?

¿Jesucristo es el camino, es la verdad y la vida?
¡O, endereza tu camino y escoge una dirección que vaya hacia lo alto!
Olvidémonos de que la religión puede hacer ningún milagro, ni ningún cambio.
Ni maderas ni estatuas ni santos ni crucifijos son más camino que una calle sin salida.

Conoce tu carga. 
Entiéndela para poder desarmarla. Y transfórmala en bendición. Moisés no hubiese cruzado si su vara no hubiera tocado el suelo. 

No hay montaña más grande que el tamaño de tu voluntad.

¿Qué es lo que amas hacer?

¿Cuánto placer te da lo que haces?

¿Qué cosas encienden tu mirada?

¿Cuál es la obra por la que darías la vida por verla hecha? ¿Has puesto dirección a tus fuerzas?

¿Quién dirige tu vida? ¿Te dirige un libro?
Dirección y guía no son la misma cosa.

¿Cuál es la dirección en que has puesto tú, tu esperanza? ¿En lo que ves que eres ahora? ¿O en lo que no ve y tienes fe que serás?

Desdibuja las teorías. 
Todo es arriesgado.

Aquí les dejo ésta obra de Monet. Es mi favorita. Como auroras boreales de la naturaleza hechas en lienzo y acuarelas de luz.

Ya ven, todo es posible. 

Inspírate. Desata la verdad que hay dentro de ti, persíguela, y despídete del  miedo que te persigue.

Diseña y pinta tus propios pasos a mano alzada como un pintor.
Y ama como un Dios.


Paseo con Sombrilla - Claude Monet