jueves, 29 de octubre de 2015

La fiebre


Lo peor, no es “una oración no respondida”.

Lo verdaderamente desalentador no es, no recibir el favor esperado.

En realidad la peor maldición, es la ceguera para ser incapaces de abrazar
todas las demás bendiciones; dejando que el gozo por todas, huya en agonía
detrás de una sola que nos falte.


lunes, 15 de junio de 2015

¡Carpe Diem!

El conocimiento, saber, es intrigante pero vivir, vivir es más importante.
Que no nos perdamos, que la carrera de ésta vida no nos deje sin aliento para detenernos, no hay ningún secreto que descubrir, ninguna receta divina que encontrar o publicar. No hay nada nuevo.

"Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡No hay nada nuevo bajo el sol! Si hay algo de lo que dicen: "Mira, esto sí que es algo nuevo", en realidad, eso mismo ya existió muchísimo antes que nosotros.", dijo Salomón y yo nunca le contradeciría.

Escribo ésto como un recordatorio a mí misma más que como una composición ordenada para cualquiera.

No hay afán que valga la pena, ni aun uno. No sufras el empeño. Mejor dediquémonos a nuestro esfuerzo, segundo a segundo, un instante a la vez. A edificarnos a nosotros mismos, a cualquiera que haya sido el propósito que nos tracemos.

¿No son una explosión, como un soplo; un sólo instante? ¿No se muere y se nace con las mismas partes, no nos envenena y nos purifica el mismo tiempo sin permiso?

No compitas con nadie: desgasta, porque nadie puede vencerte excepto tú y el reloj corre y se regala a todos y nunca te pregunta ni a ti ni ese otro.

Libérate de los malos pensamientos, esa es la única y mas verdadera forma del diablo que conozco.

Y el éxito siempre será un frasco de perfume mientras hayas apartado el ego de ti, sin olvidar que hay que lidiar con el cada día hasta que quede enterrado para siempre.
Sino, secará tus raíces y lo que hayas sembrado en años se podrá esfumar en un parpadear de ojos.

Finalmente, cuidado con aferrarte a nada. Detente. Para soldar hay que amarrar. Un barco anclado no podrá llegar a ninguna parte.

jueves, 19 de marzo de 2015

Nosotras y tú

Aveces una siente indignación, hasta enojo si se quiere por la desgracia o injusticia a lo mejor, que solea al prójimo cada día y sin que una pueda hacer nada para impedirlo. Pero mientras espero... ¿esperar? ¿esperar que “nada es para siempre”? ¿decirme que “todo tiene su final”? ¿por qué esperar justicia?

Estoy convencida de que aquello, de esperar que la vida le cobre a quien nos lastima o a quien lastimó, no pagará nuestro valioso tiempo. Confieso que me desagrada un poco. Y creo que la promesa de la venganza humana o divina podría traer consuelo y talvez podemos permanecer creyendo que de alguna manera esto podría compensar nuestro dolor, pero no.

Las heridas de nuestra piel con o sin ungüento sellan solas… con el tiempo. Y si ya hemos tenido lágrimas en el pasado; ¿por qué no mejor pasar página? Si el libro de los mejores días espera… Hacer en éste día, en éste momento el más provechoso; siempre está pendiente. Que la espera de justicia no se convierta en agonía que mengua nuestra razón de vivir. Porque sólo amarga y aburre y nosotras lo sabemos.

Soy mujer primero que nada y ante todo, y no soy indolente de la suerte de otras mujeres, ni converso sobre sus desgracias buscando sentirme especial sobre aquellas menos afortunadas que yo. Todas hemos sufrido, llorado y sido engañadas; a veces engañadas por nuestros propios sentimientos, por un sueño o una ilusión, pero engañadas al fin.

Nadie más entiende la naturaleza del dolor como a nosotras las mujeres; discriminadamente, nos lo enseña la vida. Parimos y criamos a nuestros hijos con dolor y sin embargo les amamos con la misma intensidad.

¿Pero el papel de sufrida o su contrario de heroínas, pa' qué sirve? 

Que no se desvanezca tanta y toda nuestra virtud permitiendo desequilibrios por las deudas pendientes que la vida tiene con nosotras. Nuestro tiempo, mujeres, no tiene precio alguno que ningún hombre pueda permitirse ya pagar. Y ninguna otra mujer merece nuestra pena, ni aun una. Cuidado de pensarlo o con decirlo. Todo lo que merece sólo es amor.

Soy mujer y si otra mujer sufre, no le cuento mis problemas ni le cargues tú tampoco más el peso que sóla, lleva atado a sus espaldas, mejor pidamos a Dios por gracia y compartámosle esa paz que Dios nos haya dejado, sin pedir nada a cambio como paga. Tampoco espero que Dios lo tome en cuenta y “me lo multiplique”; Su favor de darnos vida ha debido ser y debe ser, pago suficiente.

Mejor ocupémonos tú y yo de tener unas manos que puedan extender bendición, y no unas que arrebaten tranquilidad. Y eso incluye también la propia.

Soy mujer y sé que mientras “esperas” justicia nuestro interior se encuentra perdido, a veces secuestrado buscando motivos para dejar atrás esa dolorosa parte de tu vida, pero no hay que temerle a la despedida si esa es la salida.

Sé más grande y compadécete de quien te engaña, te ha perdido.

Soy mujer y lamento que otras mujeres tengan que adelgazar desvergonzadamente el significado de ésta palabra, tomando un hombre que no les pertenece deshonrándose así mismas. Pero antes de maldecirlas, sé que son sólo almas deshabitadas de Dios y de razocinio justo y aun así les trato con el mínimo respeto porque ni siquiera ésta clase de persona merece ponernos en estado de lamento o de infortuna.

Subamos un peldaño, recojamos una piedra más. No demos cuenta del pasado que otros quieran repetir, al final el azar no existe, y el pasado pudo ser una parada de un vuelo que tenía su destino.

Mi primer amor, tu primer amor, que lleve tu nombre.

Soy mujer y tengo una definición propia del amor. Pero tratemos de que la nuestra no se pierda dentre las que tienen todos, o entre la que tiene él.